La firma norteamericana Blackrock, la mayor gestora de
fondos del mundo, mueve una cifra tres o cuatro veces mayor que el PIB español.
Tiene un presidente desconocido para el gran público: Laurence “Larry” Fink. Quien,
por cierto, tenía un rato libre y ha decidido darse una vuelta por Davos
(Suiza), donde ha coincidido curiosamente con otros “amos del universo” y han
estado charlando de sus cosas.
Si escuchamos -qué remedio- las sandeces que repite tan a
menudo el presidente Rajoy, o la lírica vacía del presidente Mas, no parece
mala idea atender a lo que dice Mr. Fink en Davos.
Frase para la historia, entresacada de un diálogo entre Mr.
Fink y Min Zhu, número dos del FMI: “Hay que educar a la población para que
vote al líder correcto que tome las medidas correctas”.
Educar al pueblo para que escoja al líder adecuado.
Pregunta: ¿para qué tiene que ser adecuado? Respuesta: para tomar medidas
impopulares, impulsar reformas económicas, mimar a los inversores y mercados…
¿Quién decide qué medidas hay que tomar? Sin duda: los
caballeros (y algunas damas) que se reúnen de vez en cuando en Davos, el club
Bilderberg y otros discretos y selectos foros.
¿Y cuál es el principal obstáculo al que se enfrentan para imponer
su agenda? Frase de Mr. Zhu: “Es urgente avanzar en las reformas estructurales
en Europa, pero es difícil a causa de los procesos electorales”.
De ahí su interés en fomentar la educación del pueblo. Hay
que educar a los electores para que escojan al líder adecuado que tomará las
medidas adecuadas. El Gran Timonel, en resumen.
Educar, formar… Verbos inofensivos, aparentemente. Pero
dejémonos de eufemismos y busquemos verbos más ajustados al sentido profundo de
estas palabras: influir, inculcar, atemorizar, amenazar, engañar…
Dicho de otro modo: el problema de Mr. Fink es la
democracia.
Como buen líder empresarial que es, además de uno de los
mayores tiburones del planeta, cuando Mr. Fink detecta un problema, no pierde
ni un segundo en encontrar una solución eficaz. Y estratégica.
Mientras tanto, la política continúa entretenida, pensando
en sus cosas. Empeñada en no entender que Mr. Fink y sus encorbatados colegas
están diseñando la política del futuro.
¿Y el pueblo? Bien, gracias: sobreviviendo. Ya casi no queda nadie que crea de verdad que las instituciones democráticas y la política (o al menos "esta política") le van a defender.
¿Y el pueblo? Bien, gracias: sobreviviendo. Ya casi no queda nadie que crea de verdad que las instituciones democráticas y la política (o al menos "esta política") le van a defender.
(25 enero 2015 / Las notas del domingo)