La iglesia católica española tiene mucho, muchísimo más
interés en defender al “nasciturus” (el ser humano que va a nacer) que al
“follaturus” (el ser humano follable desde una temprana edad).
Por supuesto, esta dura afirmación -desde el respeto a la fe
y una profunda simpatía hacia el mito o realidad del profeta Ieshua- no se
refiere a los miles de curas decentes, ni a las miles de monjas (y esclavas
sumisas de los curas) también decentes. Ni tampoco al papa Francisco, radicalmente
decidido a no tolerar los abusos sexuales del clero ni el encubrimiento de la
jerarquía católica.
Se refiere a una poderosa minoría de seres aberrantes,
malvados, que se creen con derecho a magrear o follar a niños y niñas.
F-o-l-l-a-r, con todas sus letras. Y también se refiere a esa indigna jerarquía
eclesiástica que lleva años -siglos- ocultándolo, disculpándolo, amparándolo.
Es decir, a esa jerarquía claramente cómplice de los pederastas y violadores,
que no ha tenido hasta ahora ningún interés en denunciarlos ni en escuchar y
reivindicar a las víctimas. Menos cristiano, imposible.
Nunca hay manifestaciones de integristas católicos ni de
obispos contra los abusos sexuales de los curas. Las manifestaciones contra el
aborto (“pro-vida”, como si los demás fuéramos “pro-muerte”) o contra la
educación laica son incontables.
Muchos cardenales y obispos están seriamente preocupados por
la unidad de España y le dedican muchas de sus más fervorosas oraciones.
¿Cuándo rezan por los niños violados? ¿Cuándo se arrepienten de encubrirlos?
¿Cuándo piden perdón y ponen remedio?
Y lo que vale para España sirve también para muchos otros
países: Irlanda, Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania, Latinoamérica… Sólo es
visible la punta del iceberg: éste es un drama social gigantesco, que pide a
gritos, por ejemplo, un fiscal del Estado, si no estuvieran tan ocupados en
otros menesteres.
El escándalo de los abusos sexuales del clero está
claramente relacionado con su gran obsesión por el sexo y su ejercicio desacomplejado
(y totalitario, siempre que ha sido posible) del poder sobre la sociedad.
Han pasado siglos imponiendo a la gente lo que podía o no
hacer en la cama, mientras ellos hacían la vista gorda con sus propios pecados.
Esta es la clave de fondo.
¿Por qué no defienden a los niños y niñas, a los jóvenes, de
estos abusos que destrozan sus vidas, y en cambio están tan obsesionados por
los “nasciturus”? ¿Cuándo van a manifestarse contra este crimen? ¿Cuándo les veremos poniendo
denuncias contra curas violadores y pederastas?
Se comprende. El “nasciturus” no es follable. Todavía. Hay
que esperar a que nazca. Por eso es tan importante que nazca. Si no, ¿a quién
se van a follar?
(23 noviembre 2014 / Las notas del domingo)